¿Es la ruptura
de lazos con los principales jugadores del tablero internacional una estrategia
consecuente con el objetivo de aumentar los grados de libertad de un país?
Mejor dicho, ¿cuánto aumenta el margen de maniobra de un país determinado al
querer mostrarse independiente en su interacción con otros Estados?
Des/Inteligencia
Cada país, en
función del lugar que ocupa a nivel internacional y regional, es más o menos
dependiente. Esa dependencia podría definirse de la siguiente manera: el grado
de disponibilidad de recursos políticos y económicos existentes para el país en
una coyuntura internacional particular a los fines de lograr, de la mejor
manera posible, la consecución de los intereses nacionales. Decir “de la mejor
manera posible” es esencial ya que cada parte se conducirá de la manera más
eficiente posible, es decir, lograr más con menos. Asimismo, para presentar un
escenario simplificado podemos decir que el desempeño de un país en la arena
política y económica internacional, especialmente conectadas entre sí, se juega
a través de sucesivas partidas de dos o más contendientes que podrán avanzar
desde un punto de partida en el cual se conozcan en mayor o menor medida entre
ellos, pero siempre en el curso de los acontecimientos las estrategias serán
variables y se ajustarán mutuamente. Existen casos de mayor afinidad política
entre los países por múltiples razones como historia, intereses geopolíticos,
cercanía, etc. Sin embargo, cabe resaltar la afinidad que se da en función de
la repetición de esas interacciones que indefectiblemente brindan información a
cada uno de esos contendientes, lo cual se traduce en mayor previsibilidad para
cada uno de ellos. Como lo demostró Axelrod en su famoso estudio sobre la
evolución de la cooperación, la previsibilidad retroalimenta el proceso
positivamente, es decir, las interacciones conducen a más interacciones y
mientras más se repitan más estables serán.
Entonces, según
lo expuesto, en una interacción dada, la dependencia total sería quedar a
merced del contrincante dada la ausencia o desperdicio de recursos para lograr la
consecución de los intereses propios. Para graficarlo, sería un juego de costo-beneficio
en el cual una de las partes obtiene un beneficio que es directamente
proporcional al costo en que incurre la otra, es decir, un juego de suma cero.
No está de más decir que, aunque muchas veces los jugadores parezcan
irracionales, la regla es que busquen siempre el óptimo según sus recursos y la
coyuntura. Los resultados sub óptimos representan una derrota y normalmente se
dan por problemas de información o negligencia de los jugadores. En muchos
casos, el error del jugador es la mala lectura de sí mismo, del otro, de los
recursos disponibles para cada uno y del entorno de interacción. Estos aspectos
conducen indefectiblemente a un diseño de estrategia erróneo y el consecuente
desperdicio de recursos y, sobre todo, oportunidades.
El oasis de la independencia
Puede ser un
ejercicio de investigación sumamente complejo rastrear cuáles fueron los
últimos eventos internacionales de relevancia para la República Argentina en
los que ésta logró desarrollar una estrategia que haya aumentado o, mínimo,
conservado los grados de libertad de los cuales disponía antes de comenzar la
interacción. No obstante, la nobleza obliga a reconocer que ha estado en la
intención de los sucesivos Jefes de Estado, o al menos así lo expresaron,
continuar avanzando hacia la independencia. Entonces, ¿qué pasó? Luego de tres
décadas de democracia en las que ciertamente se han intentado distintas
recetas, Argentina todavía no logra encontrar una fórmula de política exterior que
gradualmente le brinde mayor espacio en el concierto de naciones que día a día
intentan ganar un lugar en la arena internacional.
Es la ausencia
de gradualismo, que sólo ha aparecido de manera espasmódica y en algunas áreas
de nuestra política exterior, lo que nos ha conducido hasta la marginalidad
relativa en la cual nos encontramos sumidos hoy. Nuestros funcionarios,
apoyados por una sociedad que todavía conserva la nostalgia de la Argentina
potencia, han caído víctimas del “oasis de la independencia”. El oasis de la independencia es una ilusión
óptica que se ve desde lejos en la arena internacional y que, como lo indica su
nombre, no deja de ser producto de la mente. No obstante, cada vez que lo
vemos, apostamos todo a llegar a él, a la tierra prometida. Luego del esfuerzo
vemos que ese objetivo está cada vez más lejos, estamos cada vez con menos
recursos y más adentro del desierto. Dos ejemplos de la última década que permiten
pensar que nuestro modus operandi en política exterior se condice con lo
expuesto anteriormente.
1)
Dolor recurrente de bolsillo.
En primer
término, el desendeudamiento actual es un hecho que evidentemente tiene sus
reveses. Es de público conocimiento que Argentina defaulteó la deuda más grande
de la historia y, luego de dos años, hizo también la reestructuración más
grande de la historia. Asimismo, en 2005 se saldó en un solo pago la deuda con
el FMI. Estos hechos han suscitado gran apoyo y legitimidad a la administración
de Néstor Kirchner y la actual presidenta, su esposa, Cristina Fernández de
Kirchner, quienes hicieron propias las banderas del llamado “desendeudamiento”.
Argentina “decidió” mantenerse fuera de los mercados de capitales a la vez que
hizo todo lo posible por ensalzar su independencia de los mismos mediante la
crítica y el ninguneo.
Hasta este
punto, aún con discusiones, son decisiones de política legitimadas por el voto
popular. Cuestionar la reestructuración pagada con cupones del PBI y el saldo
de la deuda con el FMI per se puede no tener ningún sentido. Ahora bien, si se
evalúan las características de la coyuntura y algunos hechos posteriores, estas
acciones si podrían ser cuestionables.
El pago al FMI
vino acompañado de una política de beligerancia explícita hacia el organismo en
todos y cada uno de los foros internacionales, haciéndolo responsable de los
sin sabores de nuestra historia reciente, además del incumplimiento del
artículo donde los países signatarios se someten voluntariamente al monitoreo anual
de sus cuentas públicas. Años después, cuando Argentina comienza a retocar sus
estadísticas de inflación (para pagar menos bonos reestructurados) el
directorio del FMI presenta una moción de censura para el país. Luego de
algunos meses y muchas críticas de un lado y el otro, Argentina se dispone a
recibir a los técnicos del organismo para delinear un nuevo Índice de Precios
al Consumidor.
Si bien el
proceso tuvo más condimentos, con esta información podemos preguntarnos ¿en qué medida el pago al contado de la deuda
con el FMI junto con el incumplimiento del estatuto del organismo al cual
Argentina suscribe fue una oportunidad o un problema para lograr mayores
márgenes de libertad?
Cabe decir,
entonces, que lo que en un principio pareció eximirnos de dar explicaciones,
terminó poniéndonos por algunos meses en el tope de la agenda económica
internacional, lo cual es excesivo considerando el tamaño de nuestra economía.
Lo que quedó en la mente de los mercados es que Argentina: a) es desleal con
los contratos firmados ya que no cumple con el estatuto del organismo al que
voluntariamente suscribe; b) modifica sus estadísticas para incumplir otros
contratos suscritos, como es la emisión de un bono de deuda.
Hoy el país, a
regañadientes, vuelve a tener funcionarios del organismo trabajando en
cuestiones soberanas y, a su vez, es palpable una percepción negativa
generalizada a nivel internacional sobre su imagen económica y, si se quiere, jurídica
internacional.
2)
Protegernos ¿hasta quedarnos solos?
La
administración del comercio exterior es una medida soberana de cada país y, hay
que dejarlo en claro, es en estos últimos años en los cuales, en un mar
económico complejo, los países han hecho de las medidas comerciales una
herramienta cada vez más usual. Esas medidas se han vuelto, especialmente en
los últimos años, cada vez más naturales y normales en nuestro país bajo
múltiples vías, la más conocida son las Declaraciones Juradas Anticipadas de
Importación.
Aunque la
justificación de nuestros funcionarios sobre la utilización de dichas vías para
trabar el ingreso masivo de productos producidos a menor precio en mercados de
menores costos tiene algún sentido, si vamos más allá del discurso, al llegar a
la implementación de este motto de independencia comercial vemos que ha sido
aplicado de manera desordenada y discrecional.
El punto más
grave puede ser la sanción de la OMC impulsada por Estados Unidos, Japón y la
UE. En la mayor vidriera comercial del mundo, Argentina nuevamente quedó mal
parada y señalada como desleal en su modo de competencia. No obstante, hay otro
capítulo regional de la cuestión que tiene que ver con la Unión Aduanera de la
que nuestro país fue socio fundador, el Mercosur. En la actualidad el nivel de
complementación comercial entre Argentina y Brasil, hermanos mayores de este
mercado común, es extremadamente alto. Aún así, sobrevuela desde hace años la
idea, sobre todo entre la FIESP (Federación de Industrialistas de San Pablo),
de que la asociación comercial está dejando de ser redituable, especialmente
para Brasil. Aún cuando el desequilibrio de la balanza bilateral es, por lejos, positivo para ellos.
Muchos
analistas podrán decir que es el curso natural de la evolución internacional
que ha demostrado Brasil en estos últimos años que está muy relacionada con su
tamaño relativo. Cabe decir sin embargo que el juego desleal comercial de
Argentina con el mundo fue des-inteligentemente también aplicado con Brasil y,
si bien este último llamó la atención de Argentina repetidas veces, los pedidos
fueron aceptados con tono diplomático pero ignorados en la práctica.
¿En qué medida, entonces, Argentina logró
reducir los déficits comerciales mediante las trabas a importaciones de sus
mayores socios comerciales? Dicho en otros términos, ¿tiene nuestro país hoy
mayor independencia de sus principales socios comerciales que cuando se
pensaron las DJAI? El Mercosur, pensado para que la región gane densidad
comercial y para volver a nuestros países más independientes del mundo, hoy
desde Brasil y Uruguay lo quieren desactivar. Argentina ya lo hizo de facto
hace tiempo, ignorando los compromisos asumidos originalmente.
La paradoja de la dependencia
Como
se subrayó anteriormente, lo paradójico de ambos casos es que Argentina intentó
con las medidas aplicadas demostrar, afianzar o lograr cierta libertad e
independencia que luego no fue tal, generando un tendal de heridos, ofendidos y
percepciones negativas sobre su comportamiento. Por sobre todas las cosas,
terminó dependiendo de esa imagen negativa y fracasó en mejorar su situación de
partida original.
¿Es que todos los países tienen una
conducta 100% leal con pares y organismos internacionales? Definitivamente no.
Simplemente unos tienen más libertad que
otros para romper las reglas y es justamente esa la lectura del orden
internacional que debería hacerse ante cada movimiento. No todos los
contrincantes son iguales y el contexto de juego definitivamente es un condicionante
sobre la estrategia a desarrollar.
Tanto la
política de “desendeudamiento” así como la política comercial podrían haberse
desarrollado cultivando un perfil más bajo y de manera más gradual. Si bien
suponer eso es hacer historia contra fáctica, podemos imaginar que la censura
del FMI y la vuelta de sus funcionarios hubieran tenido menores costos
políticos y económicos o ni siquiera hubieran ocurrido. En este caso
particular, la política de independencia del FMI produjo un resultado sub
óptimo.
Algo similar
sucede con la política comercial donde una aplicación irrestricta generó
cortocircuitos con socios que son en extremo importantes para el país. Para reconfigurar
las relaciones estaremos en una posición de debilidad al momento de volver a
sentarnos en la mesa de negociaciones.
La política
exterior no puede desarrollarse con la ilusión de la independencia mediante un
golpe de puño en la mesa. Asimismo, la lógica del “all in” cada vez que se
desarrolla una interacción tampoco puede ser la estrategia. El objetivo de
aumentar los grados de libertad y el margen de maniobra exige un gradualismo
pragmático que lamentablemente todavía tenemos pendiente.